Relatos de terror

¿Puedes verme?
    Subimos al coche. Alicia cerró la puerta y se puso el cinturón de seguridad. Ana estaba sentada a su lado. Sus padres estaban colocando el último equipaje en el maletero. ¡Nos estábamos mudando por fin a nuestra nueva casa! La música sonaba de fondo en la radio.

Alicia: ¡Venga vámonos!
Ana: Estoy impaciente por ver nuestra nueva casa ¿y tú?
Alicia: Claro que sí, me muero de ganas.
Llegamos a nuestro deseado destino y sacamos las maletas del coche y entramos en la casa.
Alicia: Quiero la habitación más grande.
Ana: No, esa es para mamá y papá.
Alicia: Bueno…entonces quiero ésta – dijo señalando una de las habitaciones mientras corría para instalarse en ella lo antes posible.
Ana: Bueno, pues entonces aquella para mí – comento mientras entraba en otro dormitorio.
Tras haber colocado todas las cosas en nuestras habitaciones….
Alicia: Tengo mucha hambre. ¡Vamos a cenar!
Ana: Ok, veamos lo que hay en el frigorífico, mamá y papá estuvieron comprando ayer para tenerlo todo a punto.
Alicia cogió unas empanadillas y Ana la botella de leche.
Ana: Voy un momento al baño.
Alicia: Vale, no tardes que quiero que comamos las dos juntas por primera vez en nuestra nueva y bonita casa, por favor.
Ana sale de la cocina.
Alicia: Estoy comiendo empanadillas. ¿Te apetecen? – preguntó elevando la voz lo suficiente para que la pudiera escuchar Ana desde el baño.
Las luces de la cocina empiezan a apagarse y encenderse de forma intermitente.
Alicia: ¡Ana, deja de bromear! ¡Vas a fundir las bombillas! ¡Se lo diré a papá y a mamá!
Ana:¡¿Qué?!
Alicia mira detrás de ella.
Alicia: ¿Ana….?
En ese momento Ana entra en la cocina.
Ana: Ha sido Samara. No te tengas miedo.
Alicia: ¿Quién es Samara?
Ana: La niña que había en el recibidor de la casa cuando entramos.
Alicia: ¡¿Quién?!
Ana: ¡Sí! Ahora se ha ido a mi habitación. ¿Quieres conocerla?
Alicia: No seas ridícula. No dices nada más que tonterías. ¡No soporto tus bromas!
Ana: No estoy bromeando, estoy diciendo la verdad.
Cuando las dos chicas entraron en la sala de estar, Ana gritó.
Ana: ¡Ten cuidado! Ella está aquí. Se ha sentado en el sofá.
Alicia: ¡Ana, me estás asustando!- gritó enfadada.
Ana: Pero es la verdad, la estoy viendo, nos está sonriendo e invitándonos a sentarnos con ellas.
Alicia: Lo que estás diciendo es imposible. ¡No hay nadie aquí! ¡Deja de hacer lo que estás haciendo! ¡Estoy muy asustada!
Ana: Vale…Supongo que tienes razón y es que me encuentro muy cansada. Voy a acostarme.
Alicia: Yo también - se apresuró a decir siguiendo a Ana.
Mientras dormía, Ana pudo sentir como algo intentaba tirar de las sábanas y despertarla. Se despertó sobresaltada y muy, muy asustada y llamó a Alicia.
Ana: ¡Alicia, Alicia!
Alicia: ¿Qué pasa, Ana?- preguntó mientras llegaba apresurada a su habitación.
Ana: Algo extraño sucede en esta habitación.
Alicia: Ana, no te preocupes. Mañana por la mañana todo será diferente. Me quedaré contigo, ¿vale?
Ana: Sí, por favor. No quiero que mamá y papá se despierten y se preocupen.
A la mañana siguiente mientras estaban preparando el desayuno, Ana puso tres platos t tres vasos en la mesa.
Alicia: ¿Quién desayuna con nosotros? Papá y mamá ya se han ido al trabajo.
Ana: Samara
Alicia: ¡¿Otra vez con lo mismo, Ana?!
Ana: Ella quiere comer con nosotras.
Alicia: Ana, estás empezando a preocuparme seriamente, creo que te estás obsesionando con este tema. Tenemos que hablar con alguien que sepa algo de esta preciosa casa.
Ana: ¿Qué tal si le preguntamos a nuestros vecinos?
Alicia: Ok



Las dos hermanas tocaron al timbre de la casa de al lado. Viendo que no respondía nadie, decidieron tocar con los nudillos en la puerta, pero antes de poder hacerlo la puerta se abrió de repente.

Ana: Hola
Emma: Hola
Ana: Acabamos de mudarnos a la casa que hay al lado. ¿Sabes algo algo sobre ella?
Emma: Entrad, por favor.
Entramos en la casa y la seguimos hasta la sala de estar.
Emma: ¿Qué os ha ocurrido exactamente?
Alicia: Ella – comenzó señalando a Ana – dice que hay una niña en la casa.
Emma: ¿Te ha dicho cómo se llama? – preguntó mientras miraba a Ana.
Ana:¡Sí! ME ha dicho que se llama Samara. ¿La conoces?
Emma: Sí, era la hija de la dueña de mi casa. Ambas murieron en un accidente de coche. La gente que entra en la casa puede ver a las dos.
Ana: Pero yo sólo he visto a la niña pequeña.
Emma: Es normal. Cuando pasas unos pocos días en esa casa sólo ves a la niña, pero cuando permaneces más tiempo en la casa puedes ver a las dos juntas a la vez....
Alicia: Pero si están muertas. ¿Cómo es que mi hermana puede ver a Samara?
Emma: Vuestra casa es una casa encantada. Debéis marcharos tan rápido como podáis. ¡Es peligrosa! Si os quedáis más tiempo, sufriréis el mismo accidente que ellas. ¡Sacad todas vuestras cosas de ahí y marchaos ya!

                                                                                          Ana Alarcón Jiménez





                                      BAJO LA TUMBA

Una noche, un hombre se encontraba durmiendo y oyó el sonido de una niña
pequeña. Fue a mirar por los largos pasillos de la casa. Se giró y vio una sombra
andando hacia el desván. El hombre también subió y se encontró con una tumba
donde estaba estrito R.I.P Samara Morgon. Motivo de muerte sus padres.
   Era una mala chica como el diablo.  Al mirar atrás,  se encontró a una chica diciendo:
-        ``Nunca mires atrás´´
Sonó  un sonido chirriante al final del desván. Fue a mirar y se
encontró a Samara Morgon que lo cogió y lo partió por la mitad.
                                                                                                          
                                                                             Juan Francisco Cerdán




2/6/1966 California.

     Era una noche nublada; un hombre paseaba por las calles de California. Se metió en un callejón sin salida. Algo o alguien pasó por detrás de él .Miró hacia atrás. Una enorme sombra con un cuchillo en la mano lo apuñaló y salió corriendo.

     El hombre se refugió en la primera casa que vio; estaba abandonada y, lo que  él no sabía, es que la casa estaba encantada. Cerró todas la ventanas.  Tenía la sensación de que lo vigilaban; de repente, unos pasos sonaron en la planta de arriba. El hombre cogió un palo que se encontró en el suelo y subió sigilosamente hacia arriba. Entró a una  habitación en la que las sábanas volaban. Las destapó y algo saltó, cogiéndolo del cuello.

    Era un payaso; le sonreía hasta que sacó una enorme fila de dientes. El hombre lo golpeó con el palo y salió corriendo. No encontraba la salida; parecía  que el payaso había bloqueado todas las puertas y ventanas pero...¡POM! Alguien estaba en la cocina. Se asomó a mirar y, de repente, era  otra vez el asesino en serie que lo apuñaló. Tuvieron una gran pelea hasta que el asesino lo mató.

    Fue a la planta de arriba a ver si encontraba alguna ventana pero, un ruido muy fuerte sonó en una habitación. No había nada ni nadie pero el mismo payaso salió de la cama y estaba llorando ¡Lloraba sangre! Se abalanzó hacia el hombre, con su boca abierta llena de afilados dientes  pero…

    ¡RING!¡RING! Sonó el despertador. Todo había sido un sueño.
                                                                             
                                                                                             Ramón Jesús Saldaña



EL CASTILLO DE LOS GRITOS


      No hace mucho tiempo, un grupo de chicos encontró un castillo en ruinas. Unos días más tarde,  los cinco chicos fueron a investigar.

     Mientras iban de camino, se encontraron con un señor que les dijo:

- ¡Tened cuidado chicos! Ese castillo es peligroso. El espíritu del asesino que mató al antiguo rey sigue por aquí...

     Los chicos se asustaron, excepto John que les dijo:

-¿En serio vais a creer a ese pirado? Solo quería darnos miedo.

    John les convenció y entraron al castillo.

    Cuando estaban todos dentro, la pesada puerta de madera se cerró con un fuerte golpe. Todo el castillo retumbó con el golpetazo.
  
    Los chicos empezaron a buscar cuando, de repente, un tremendo grito les congeló la sangre.

- ¡Vayámonos de aquí! Esto es terrible.

-Sí, es mejor que nos vayamos.

   Cuando fueron a abrir la puerta, otra vez el horrible grito les dejó de piedra. Se dieron cuenta de que la puerta no se podía abrir.

-Estamos encerrados. -dijo Julia-

-Entonces, hay que ir a ver de dónde proviene ese grito...-añadió Dalas-
    Mientras subían unas escaleras largas y estrechas, de nuevo el grito sonó y retumbó; estaban cerca...

    Al final de las escaleras, una puerta entornada dejaba ver una suave luz.

    Roberto, que iba el primero, miró a sus compañeros y estos asintieron con la cabeza. Entraron poco a poco, muy despacio y salieron todos muy rápido.

-¿Habéis visto lo mismo que yo?-susurró Tailor -

-Sí, había una persona transparente.-respondió Roberto-

    La persona transparente salió de la habitación y los vio. Segundos después estaban corriendo con el fantasma detrás. Entonces Julia se acordó de una cosa.

-Chicos, seguidme.

    Todos corrieron detrás de ella hasta llegar al vestíbulo donde Julia cogió una piedra lila con un papel que decía:
ME NECESITARAS, AGÍTAME. Julia la sostuvo en su mano y la agitó  con todas sus fuerzas. Al momento, el asesino fantasma desapareció.

-¿Qué es eso?-preguntó Dalas-

-No lo sé -dijo Julia - Lo vi cuando entramos y me acordé cuando nos perseguía el fantasma asesino.

 -¿Y no se te ocurrió cogerla cuando la viste?-dijo John-

Julia se encogió de hombros.

-Bueno, al menos estamos a salvo.- dijo Dalas-

-Salgamos de aquí-añadió Roberto-
    Los niños salieron de allí sanos pero el asesino seguía allí, aunque no se viese...

                                                                                      Eire Iglesias Rodríguez.


EL PANTEÓN

    Un hombre que iba por un camino muy oscuro y tenebroso, llevaba consigo una capa  negra y una pala.

    Al verlo, decido seguirlo; desde lejos, lo observo y siento que se ha percatado  de mi presencia. Me  escondo con frecuencia  para no ser visto. Al llegar a su destino, veo que el lugar era el gran cementerio de la ciudad donde se escuchan los aullidos de los lobos y los sonidos de las luciérnagas. 

    Los  árboles se mueven  por el fuerte viento, tomando formas de personas y  de animales en medio de la oscuridad. Mi cuerpo  se llena de miedo  y entra  en mí un escalofrío impresionante.
     Veo que el hombre empieza  a cavar  y, justo a su lado, hay algo grande  con forma de persona, envuelto  en mantas negras. Entra más el miedo en mí. El hombre se gira y me  ve.

    Se acerca  a mí  y me da con la pala.
    De repente, me despierto y veo que sólo ha sido un sueño, producto de mi  imaginación.
                                                                                                         
                                                                                                        Josué Bonilla Quintero


PAYASO ASESINO

    Hace cuatro años había dos niñas llamadas Angy y Laura que vivían en Almería, una ciudad muy pequeña.

     Una semana normal y corriente, secuestraron a un niño.  Ya llevaba dos años desaparecido y no había ni un solo rastro de él. Poco tiempo después de la desaparición, una niña apareció sin cabeza detrás de su casa. Nadie sabía nada de lo que estaba ocurriendo. A la semana de esto,  dos hermanos desaparecieron y, un mes después, aparecieron descuartizados. Cada vez más niños iban desapareciendo y había más asesinatos.

    Laura y Angy estaban muy preocupadas, ya que las próximas podrían ser ellas. Al cabo de un mes empezaron a suceder cosas extrañas; trece curas habían muerto por intoxicación; a Angy y a Laura les parecía extraño que fuese trece y no menos por lo que decidieron investigar. En Google decía  que el número trece es el número del diablo.

    Pasaron los meses y seguían las desapariciones, aún no se sabía nada pero, un día, no os creeréis lo que vieron Angy y Laura. Las dos habían quedado para hacer un trabajo. Angy empezó a escuchar ruidos en su sótano, por lo que decidió bajar. Laura, que tenía miedo, decidió esperar arriba. Cuando Angy bajó al sótano no podía creer lo que estaban viendo sus ojos: ¡era el payaso asesino! Angy corrió y gritó todo lo que pudo pero el payaso la atrapó. Laura, al ver que no podía hacer nada, intentó huir y el payaso no la atrapó.

    Laura no contó nada a nadie, Sólo dijo que no sabía nada. A la semana de la “desaparición de Angy " la encontraron en su sótano descuartizada con un mensaje escrito en su tripa que decía: "No me encontraréis jamás, así que dejad de buscar ".

    Un día, Laura llegó del colegio; en su puerta le habían dejado una carta que ponía: "Me parece muy buena tu decisión de no contar nada". Laura, mientras la leía lloraba; no sabía qué hacer.

     A los tres meses de la muerte de Angy, un 31 de octubre, encontraron a la madre, al padre y a la hermana de Laura muertos de cinco disparos. A Laura la llevaron a un orfanato donde la maltrataban. Laura ya no podía más después de que hubiesen matado a su mejor amiga y a su familia. Laura se suicidó. La encontraron ahorcada. Hoy en día el payaso sigue suelto y lo único que se sabe de él es que tenía el pelo pelirrojo.

                                                                   
                                                                                        Angy Baeza Capel



EL PAYASO JUSTICIERO
Erase una noche muy oscura en que un payaso pasaba por un callejón sin luz donde había perros con rabia, ratas de cincuenta centímetros y mucha basura. Al payaso lo llamaban “El payaso justiciero”, no sé por qué lo llamaban así. Era alto, grande y de aspecto aterrador, con una sonrisa grande como la de Joker y roja como la sangre.
    Un día con niebla, el payaso cogió sus globos mágicos para la noche de Halloween. Globos de todos los colores para hacer magia, una magia aterradora como su cara.
    El payaso tenía muchos amigos payasos tan grandes como él. Formaban un b
Grupo de payasos justicieros que, aunque daban mucho miedo al pasar, siempre ayudaban a la gente cuando los necesitaban. Lanzaban sus globos mágicos; los globos explotaban en el lugar escogido y, solo hacían daño a la persona que estaba haciendo algo malo. Pero si alguien moría, los payasos hambrientos se lanzaban rápidamente a devorarlos.

                                                                               Bilal Bensaadoun


HALLOween
 
   Érase una vez un grupo de amigos que fueron a por dulces una noche de Halloween. Todos iban disfrazados de vampiro, de hombre lobo,  de esqueleto,  de zombi…

    Pasaron por una calle escalofriante, con telarañas, arañas, ruidos extraños…
    Uno de los  niños llamado Alex, que no tenía miedo a nada, o por lo menos eso decía, tocó a la primera casa que encontró. Nadie pensaba que iba a ocurrir nada fuera de lo normal; tampoco es que fuera algo que se viera todos los días. De repente, se abrió la puerta. Lo extraño es que se había abierto sola.

-        ¿Pero qué hacéis ahí parados? ¡Vamos a investigar! Exclamó Alex mientras que sus amigos se morían de miedo.
-        No… No creo que sea lo mejor. Contestó Ana.

   Alex entró sin importarle lo que dijera Ana. Todos fueron detrás de él con una linterna y con mucho pánico. Se escuchaban gotas de agua chocando contra el suelo, risas al fondo...

    La casa era muy antigua y vieja, en ella había cosas como: estatuas de gatos por todos los rincones; en el recibidor, una escoba marrón y con pinta de que nunca había sido lavada; en la cocina, una olla bien grande con sopa verde y con bultos; también había cuadros de calaveras y un frío de muerte, nunca mejor dicho.

    De repente, salió de la nada una bruja tan vieja como la casa y fea como nadie. Estaba llena de verrugas por toda la cara, con un solo diente, una capa negra, un gorro puntiagudo negro y con un olor con pinta de que no sabía lo que era la ducha.

-        ¡¡Ahhh!! Gritaron todos a la vez.
-        ¡Hola niños! ¿Qué buscáis? Susurró la bruja anciana.
-        Emm … no.. nada… Contestó Ángela.
-        ¿Queréis dulces? Tengo muchos en esta cajita. Respondió la bruja.
-        No… gracias, pero ya nos vamos… adiós. Contestó Carla.
-        ¡Oh, qué pena! ¿ya tan pronto?
-        Lo sentimos… adiós.

    Todos salieron disparados a la calle como un rayo de luz. A partir de ese día, nunca más volvieron por allí, ya que esa bruja, como decía Ana, podía haberlos almorzado. Y colorín colorado este cuento ya ha acabado. 


                                                                                                                 Laura Gázquez



La mans¡ón encantada
    Érase una vez, en el centro de un parque cualquiera,  una mansión que la gente pensaba que era normal, aunque no lo era.
    Un día en el colegio La Diosa del Mar, los niños de 6ºA estaban en el aula matinal.
- Buenos días. -dice Kay -Feliz Halloween, ¿qué queréis hacer esta noche?. Si queréis, podemos quedar.
-Vale, pero tengo que decir a mis amigos que no puedo ir con ellos. -Dice Barry.
-Nosotras también podemos. -Contestan Susan, Ginny y Clara a la vez.
-Vamos Emilio, ven tú también. -Dice Javier, animando a Emilio.
-Vale, yo también voy.
- ¿Dónde podemos quedar? -Pregunta Emilio.
- Podemos quedar en el Parque de las maravillas. - Responde Kay.
Después del colegio Kay mandó un enlace por Musical.ly que decía:
“Hola, se me olvidó decir la hora a la que quedamos. Hoy en el parque de las maravillas a las 20:30, en la mansión”.
A continuación, todos se disfrazaron. Dos horas después, se encontraron en la mansión.
- ¿Habéis visto qué decorado está el parque? -Pregunta Kay. - Entremos en la mansión. ¡Vamos! No pasa nada.
Pero lo que ellos no sabían era que esa mansión en Halloween estaba encantada. Mucha gente había entrado y no se la había vuelto a ver en Town City.
- No creo que sea buena idea. - Dijo Barry.
- ¡Barry tiene miedo!, ¡Barry tiene miedo! -Decían Susan y Clara.
Barry entró lo más rápido que pudo y exclamó:
-¡Guau, está genial preparado. ¡Aaaaaaaah!
- ¿Dónde estás Barry? -Preguntó Susan.
Durante cinco minutos los chicos estuvieron gritando, porque en la segunda planta, desde abajo se veía una niña. Tenía un vestido violeta y arrugado, con una muñeca rota en la mano derecha y muy despeinada. Al verla todos corrieron lo más rápido que pudieron. Al entrar al sótano se  volvieron a encontrar con ella.
- ¿Qué es eso que brilla? -Dijo Emilio.
-Soy yo tu peor pesadilla. ¡ Jajajaja ! -Dijo ella con voz de niña pequeña.
- ¡Corred! -Dijo Clara.
Entraron en un cuarto dónde desapareció otro niño, Emilio.
RUnnnn,RUNNNNN-Niños,niños,hola,hola,chao,chao.
- Un payaso con motosierra, ¡AAAAAA! -Dijo Ginny.
Clara y Susan salen por la puerta principal. Fuera se encuentran a Emilio. Estaba solo.
- ¿Dónde está Barry? -Dice Susan.
-No lo sé, pero sé que esta fue la casa de los Humberlave. Leí un documental de 1945 que decía que en la mansión de los Humberlave murió su hija encerrada en el desván de su casa, porque sus padres le encerraron y se olvidaron de ella. Algunos dicen que escapo y en Halloween su espíritu ronda por el parque .Otros dicen que no escapo. -Dijo Emilio.
-Espero que estén bien. -dice Clara.
Javier, Kay y Ginny estaban dentro donde se encontraron con la niña que decía:
- ¿Queréis jugar conmigo? No tengas miedo solo te arrancare la cabeza y jugaremos a los bolos juntos.
Os presento a mi amigo ya lo conoceréis.
La chica inclino la cabeza. De repente se apaga la luz y suena otra vez.
Runnnnn,runnnn,ruuuuuuuuun.
Se enciende la luz y se encuentra con el payaso, con la motosierra encendida al lado de la niña diabólica. Los niños bajaron por las escaleras y se encontraron con Barry.
-Corred a la biblioteca dijo él.
Llegaron a la biblioteca y se abrió un conducto secreto. Encienden la luz y ven un garaje, con muchos coches. Ellos se esconden detrás de un coche y se apaga la luz de repente se ve una figura, no se le veía la cara.
-Silencio. -Murmuro Barry.
Se abrió la puerta del garaje y corrieron. La figura se movía rápido, pero no llego a tiempo para cruzar, los niños sí pudieron. La figura dijo:
- OS ENCONTRARE A LOS CUATRO.
Los niños se reunieron, se montaron en autobús. Sorprendidos, vieron al conductor disfrazado de payaso.
- hola, ¿cuántos son? - Dice con voz ronca.

- ¡POR QUE TODO NOS PASA A NOSOTROS!

                                                                            Sofía Díaz




LA LEYENDA DEL NIÑO FALLECIDO

            Todo ocurrió un día hace muchos años en un lugar del norte de la provincia de Almería. Jimena, una mujer de unos 45 años, estaba llegando a casa al mediodía, después de unas horas de trabajo como solía hacer diariamente.

            Al llegar a casa, encontró la puerta de la casa abierta. Extrañada entró pensando que habían entrado los ladrones. Al entrar, vio todo en su sitio, y no había señales de ningún robo. Subió a la planta de arriba, y al entrar en la habitación de su hijo Dan, lo encontró metido en la cama. Tenía el cuerpo arañado y una gran cicatriz en la frente. Jimena se preocupó mucho y comenzó a preguntarle  qué era lo que había pasado. Dan solamente pedía perdón, pero no daba ninguna explicación. De repente, sonó el teléfono:

-        ¡Ring ring!
-        ¡Solo faltaba el teléfono! No tengo ganas de hablar con nadie – Decía Jimena.
Pero el teléfono no paraba de insistir…. Finalmente, Jimena cogió el teléfono:
-        ¿Sí? ¿Dígame?
-        Buenos días,  ¿es usted Jimena, La madre de Dan?
-        Sí, soy yo, dígame.

-        Le llamo del colegio. Soy Diego, el director. Tengo una terrible noticia, que no soy capaz de explicar. Tiene que ver con su hijo Dan.

-        Si, ya lo he visto. No entiendo qué hace en la casa, debería estar en el colegio. Está lleno de arañazos, ¿qué ha hecho esta vez?

-        Pero… no sé cómo decírselo, Dan no puede estar en su casa…. Esta mañana, bajando por las escaleras para el recreo, tropezó y… lamento mucho lo que voy a decirle. Se ha dado un golpe fuerte en la cabeza y Dan ha fallecido…

            En ese momento, Jimena colgó el teléfono y corrió para la habitación de su hijo. Al llegar, la habitación estaba totalmente recogida y no había nadie. Jimena no lo podía creer, solo gritaba:

-        ¡Dan! ¡Dan! ¿Dónde estás? ¡Hace un momento estabas aquí!

            Desde aquel día, la gente comenta, que todas las noches se escuchan voces, en los pasillos del colegio y en la casa de Jimena, de un niño que grita:
-        ¡Perdoooooón! ¡Perdoooooón!


                                                                                          Pablo Rodríguez Amat


                            LA MUERTE NAVIDEÑA

Erase una vez que en las calles de la ciudad estaba la Muerte Navideña, era el día 24.  La Muerte Navideña era fea, con la cara gris pálida pero no se notaba porque llevaba las gafas de Papá Noel, al que había secuestrado. 

Todo empezó cuando la Muerte era un niño. Le encantaba la Navidad, pero el día 25 de diciembre de 1922 Papá Noel no le trajo ningún regalo. Al día siguiente vió a sus amigos con un montón de juguetes nuevos y chulísimos. A partir de ese día ya no sería el mismo, sería la Muerte Navideña.

 Desde 1922 hasta hoy había estado tramando un plan: encontrar a Papá Noël y secuestrarlo para que no pudiera dar más regalos a los niños....

Papá Noel estaba asustado, no sabía que hacía ahí, él tenía que estar repartiendo regalos. De repente apareció la Muerte Navideña seguida de tres payasos con bates. 

¡Por fin nos vemos! -Dijo la Muerte Navideña.
¿De qué hablas? - Preguntó Papá Noel.
¿Te acuerdas del día 25 de diciembre de 1922 cuando no recibí regalos? - Dijo la Muerte.
Sí... ¿Eras tú aquel niño? -Preguntó Papá Noel.
Sí... ¿Por qué?
Así que fuiste tú el que incendió tu colegio...

La Muerte se acercó a Papá Noel, lo miró de reojo y le dijo que se levantara. En cuanto se levantó se le avalanzaron  los tres payasos. Y no se supo nada más de la Muerte ni de Papá Noel.

                                                                  Jorge Sánchez Mellado




LA NIÑA GÓTICA

    Un día caluroso, una familia se instaló en una casa en la que había muerto una pequeña niña. Los padres de esa niña la habían puesto en venta, por lo que la compró otra familia.
    La familia compradora estaba muy ilusionada con la casa pero lo que no sabían es que estaba encantada.
    Cuando llegaron, los hijos eligieron sus cuartos. El niño eligió el cuarto de abajo; la niña, el cuarto donde había muerto la otra niña y los padres, el  del fondo a la izquierda.
    Todos dormían arriba menos el niño. Éste tenía unos ocho años y su hermana unos cinco. La primera noche la pasaron muy bien.
    Los niños iban a un colegio que había cerca de la casa. Sus compañeros les decían que, la casa en la que vivían, estaba encantada pero ellos no se lo creían y lo negaban. Al llegar a su casa, se lo contaban a sus padres que, por supuesto, lo negaban.
    Una noche, las puertas de las habitaciones de los niños se abrían y se cerraban; era algo un poco extraño. Como no podían dormirse, se fueron al cuarto de los padres porque estaban asustados. Sus padres los tranquilizaron y volvieron a sus cuartos.
    A la niña comenzó a aparecérsele la niña muerta y les decía a sus padres que tenía una amiga invisible. Siempre que llegaba del colegio, subía a una casita que había en un árbol cerca de la casa. Un día, al bajar las escaleras del árbol, como estaba tan vieja, se rompió un escalón  y se cayó al suelo.
    Al no regresar, sus padres y su hermano se preocuparon por ella; su hermano salió a buscarla y se la encontró en el suelo inconsciente. Rápidamente, el hermano llamó a sus padres. Vino la ambulancia y se la llevaron al hospital.
    Mientras que estaba ingresada, los padres recogieron sus cosas para marcharse de aquel lugar.
    Meses después, la niña se murió y la familia se fue lejos de esa  ciudad.

                                                                                                                        Marta Heredia

                      LA VENGANZA DE GODIEL

Érase una vez un científico loco, muy loco, que se llamaba Godiel. Estaba tan loco que sus experimentos no tenían sentido. Había veces que formaba grandes explosiones que asustaban a sus vecinos, otras eran bombas fétidas que producían un olor tan insoportable que la gente no podía casi respirar. Hasta que llegó un día en el que sus vecinos, cansados de tanto experimento, fueron a buscarlo a su casa, lo echaron de allí y lo desterraron al bosque. Godiel , muy enfadado, tuvo que marcharse, no antes de amenazar a sus vecinos y de jurarles que se vengaría de lo que les habían hecho.

Godiel, triste y enfadado, se fue al bosque y estuvo dando vueltas hasta llegar la noche. Estaba cansado y ya no tenía fuerzas. Hasta que de pronto apareció ante sus ojos una casa vieja y abandonada, en la que Godiel se refugió y la que ya consideró su nuevo hogar.

Fueron pasando los días y Godiel seguía con sus experimentos, en parte feliz porque ya nadie le molestaba con sus protestas. Hasta que una vez, una explosión tan fuerte tuvo lugar, que le arrancó la cabeza. Al principio, Godiel se asustó mucho, pero enseguida se dio cuenta que su cabeza seguía teniendo vida aunque no estuviera pegada a su cuerpo.

“Ja,ja,ja,ja”, se rió y dijo: “Mi venganza ya está servida, los del pueblo se acordarán de mí para siempre”.

Y dicho y hecho, todas las semanas cuando llegaba la noche, Godiel pintaba su cara de blanco y se paseaba por el pueblo con su cabeza en los brazos y la gente salía corriendo asustada. Y así durante varios meses. La gente estaba tan aterrorizada que ni siquiera los niños salían a jugar a la calle. Decidieron entonces los más valientes del lugar en ir a su busca y capturarlo. Pero no volvieron, nunca más se supo de ellos. El miedo fue creciendo en el pueblo y el que se adentraba en el bosque en busca de Godiel no volvía a aparecer. Pero Godiel sí seguía paseándose todas las semanas por el pueblo con su cabeza en los brazos. La gente empezó a
irse a otros lugares, hasta quedar el pueblo desierto. Se convirtió en un pueblo fantasma, que aún sigue existiendo todavía. Nunca hay nadie, y si aparece algún despistado, Godiel y su cabeza se encargan de pasearse de noche por el pueblo y así consiguen que se vaya.

Lo que nunca se supo es lo que les pasó a la gente que entró en el bosque, pues siguen desaparecidos.


                                                                                          Diego Sanmartín Marín


LA VIEJA CABAÑA ABANDONADA
    Tenía diez años y mi hermana doce cuando mis padres decidieron comprar una cabaña, cerca de un bosque en el que había un hermoso lago.

 Como habíamos dejado a todos nuestros amigos atrás, todo el día lo pasábamos dando vueltas por el campo. Fue así como encontramos una vieja cabaña y decidimos convertirla en nuestra guarida de secretos.

    Con el tiempo, empezamos a escuchar ruidos extraños cuando empezaba la noche, pero no le prestamos atención porque pensamos que era por lo vieja que era la casa.
    Un día, mi hermana discutió muy fuerte con mis padres por lo que decidió salir de casa.

    Más tarde, mis padres me dijeron que no la encontraban y si sabía adónde había ido. Yo les respondí que sabía dónde estaba y que la traería de regreso. Por más que busqué la cabaña, no la encontré. Pensé que me había perdido por la oscuridad de la noche pero se hizo de día y jamás volvimos a encontrar la cabaña. Mi hermana había desaparecido misteriosamente; jamás la volvimos a ver.

    Así que decidí viajar por todo el mundo para poder encontrarla. Fui de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, hasta que una noche escuché una historia que puso fin a mi búsqueda.  

Se trataba de un payaso, una muerta oscura y un niño que vivían en una vieja cabaña en un extraño bosque.

                                                                           Azael Martín Arias


                                            NOCHE DE HALLOWEEN

    Érase una vez cuatro amigas inseparables; se llamaban Sofía, Marta, Eire y Natalia. Eran las mejores amigas del mundo; estaban siempre juntas: en el cole, de vacaciones, en el parque,… y, aunque se enfadaban, al final seguían siendo amigas. Pero esta vez la pelea entre ellas fue más fuerte.

    Se habían peleado entre ellas por culpa de la fiesta de Halloween que estaban preparando. Unas querían que fuera en casa de Natalia; a otras les parecía mejor en casa de Eire. Unas querían preparar juegos; otras ir por la calle de casa en casa,… En fin, parecía que esta vez la pelea iba en serio.

    Al final, tras mucho discutir, decidieron hacerla en casa de Natalia. Pero Sofía se enfadó:
-        ¡Llevamos planeando esta fiesta mucho tiempo y ahora vienes tú y quieres cambiarlo todo! – dijo Natalia muy enfadada.
-        ¿Pues, sabes qué? ¡No voy a la fiesta! Prefiero quedarme en casa, que hacer lo que vosotras digáis – exclamó Sofía.

    Llegó el día treinta y uno de octubre. Esa noche era la fiesta. ¡Qué nervios! Después de salir del colegio, cada una en su casa preparó su disfraz: Natalia de bruja, Eire de payaso y Marta de demonio. Quedaron a las seis en casa de Natalia para prepararlo todo. Tenían mucho que hacer: disfraces, juegos, aperitivos, bebida, música, decoración, películas, etc. Y ahora eran una menos. Por eso, esa mañana en el recreo, se habían repartido las tareas y cada una sabía lo que tenía que hacer.

    Al llegar a casa de Natalia, encontraron un sobre en la puerta con tres invitaciones, para una fantástica fiesta de Halloween que se iba a celebrar a las afueras de la ciudad. Tenía muy buena pinta: un local muy grande, con buena música, comida y bebida, juegos, regalos y un montón de cosas más. Desde luego, parecía más divertida que la fiesta que iban a preparar ellas y además, irían todos los niños del cole. Hablaron con sus padres para ver si las dejaban ir a esa fiesta y, tras mucho pelear, al final les dijeron que sí.

    Por la noche fueron a la fiesta; había un montón de gente. Pero había una bruja que a las tres les sonaba de algo. Al final, se dieron cuenta de que era Sofía. Ella les pidió perdón y las tres amigas dijeron:
-        ¡Claro!- gritando.

    Se abrazaron y empezaron a bailar. Al rato, Marta dijo que iba al baño. Cuando volvió, no estaba ninguna de sus amigas; estuvo un rato buscándolas, preguntando al resto de la gente, pero nadie las había visto. Parecía que se las había tragado la tierra.
    Marta no sabía qué hacer. No las veía por ningún sitio.

    A continuación, anunciaron que iban a sacar algunos aperitivos especiales para la noche de Halloween. Todo el mundo estaba esperando ¿qué sería aquella comida tan especial? Empezaron a salir camareros: unos llevaban cuencos con algo que parecían palomitas, pero eran ojos. En otras bandejas, parecía sushi, pero eran dedos; trajeron manos a la brasa, pizza de arañas,… ¡Qué asco! Marta no podía más. De pronto, apagaron las luces y salieron unas camareras vestidas de negro, con bandejas tapadas. Al levantar la tapa, sobre las bandejas, estaban las cabezas de sus tres amigas. ¡Ah! Marta salió corriendo, muy alterada y gritando. No podía ser, tenía que salir de allí.
-        ¡Socorro! ¡Ah! ¡Ahhhhh! ¡Son mis amigas! , ¿qué habéis hecho? ¡Ah!
-        ¡Marta! ¡Marta! ¡Despierta! ¡Marta! Venga ¿tienes el disfraz preparado para ir a casa de Natalia? Venga, llegamos tarde. Hay que preparar la fiesta.

Todo había sido un sueño… esa noche era Halloween.
                                                                                             
                                                                                                   Marta Hervás


                                    PESADILLA

    ¡Uff! Menos mal que me he despertado. 

- ¡Mamaaaá!

     Mi madre entra en mi habitación y...

-¡Ahhh! ¡Mi madre es una bruja!

    Viene mi hermana y… ¡Es una bruja ¡Pero si mi perra es …¡una bruja ¡¡Qué miedo!

    Voy andando por la calle y todos son brujos: mis vecinos, los de la tienda del pan, el mecánico, los camareros  de la cafetería  pero, ¿qué pasa? 

    Llamo a mi amiga y  cuando la veo: 
¡Ella no es una bruja! ¡Menos mal!

    Sin darnos cuenta, nos cogen  unas brujas y nos llevan a su laboratorio; nos atan a una columna  y nos agreden porque no queremos tomar un líquido verde para convertirnos en esqueletos vivientes. 
     Al final, nos lo tenemos que tomar  y ¡qué  horror!  ¡somos esqueletos!  
    De pronto, escucho una voz: ¡Carla, Carla! ¡ Levántate!
 ¡Era un sueño!  Bueno, ¡era una pesadilla!
    Menos mal que me ha despertado mi madre y a mi alrededor no existe ninguna bruja…….¿o SÍ?


                                                                                 Carla y Paula


PREDATOR

    ¡Hola a todos!

     Os voy a contar  mi vida. Mi nombre creo que es cazador pero me gusta que me llamen PREDATOR, queda más épico. Mi padre es un gusano mutante gigante y mi madre una mezcla de humano y alienígena; de ahí salí yo .

    Tengo once años y vivo en Júpiter. Cuando tenía siete años, como no había nadie como yo, se metían conmigo pero, al cabo de unos años, ya casi nadie lo hacía. Con diez años empecé a tener poderes como: invisibilidad, rayos x, visión térmica, superfuerza …

     Hay un deporte que me encanta; es el matafor. Solo se practica en Júpiter. Consiste en llevar una pelota a otro campo sin que te maten y solo tienes tres vidas. Si te las quitan, quedas eliminado y otra cosa. Esperad, que me están llamando.

    Dicen que, como hoy es Halloween, vamos a la casa abandonada. Se rumorea que allí hay unas niñas sin rostro aunque eso no se lo cree nadie, pero vamos a ir porque no tenemos nada mejor que hacer. Bueno, me voy a vestir. Adiós, ya os contaré.

¡NO OS VAIS A CREER LO QUE ME HA PASADO! :

    Estábamos allí Franqlin, Cristofall, Roselinnn, Gs y yo. Se abrieron las puertas y entramos.

    Era un ambiente oscuro, aterrador, desolado; de repente, sopló una ráfaga de viento y se cerró todo a cal y canto. Todos nos asustamos mucho y vimos, al final del pasillo, una luz flotando. Nadie quiso ir, excepto Franqlin que era el más valiente. Entonces fue y, de pronto,  empezaron a salir manos del suelo que lo cogieron y lo pusieron como una mesa. Vinieron dos niñas aterradoras y empezaron a comérselo. Todos no quedamos paralizados cuando las niñas se giraron y  tenían la boca llena de sangre. Se escuchó “¿queréis jugar con nosotras?” Sentí un escalofrío y todos corrimos sin mirar atrás; de repente, unas manos cogieron a Roselinnnn y se la llevaron. Todos fuimos a ayudarla pero se cerró una puerta por la que no pudimos pasar. Entonces, entramos en la primera puerta que vimos, que se cerró rápidamente  y encendimos las luces; al instante, supimos que no era el cuarto más indicado para escapar: ahí había cuerpos sin tripas, sin cabezas, sin brazos, piernas… Corrimos pero un cuerpo cogió a Cristofall y empezó a comérselo. Gs y yo corrimos hasta salir de la habitación pero, de nuevo, se cerró la puerta y Gs se quedó encerrado. Se empezaron a oír gritos y sentí algo en mi espalda. Eran las… ¡NIÑAS! Me cogieron mientras yo intentaba escapar. Empecé a llorar y todos mis amigos vinieron. Me contaron que era una broma por mi cumpleaños; entonces, todos nos pusimos a reír. Fue un día  TERRORIFICO.
                                                   Alejandro Rodríguez

solo es un cuadro
El señor del Castillo Tenebroso vivía en Transilvania, en un paraje oscuro; pocos eran los días en los que el sol brillaba. El lugar  siempre estaba cubierto por una   niebla gris. Desde  su castillo, situado en lo alto de una montaña, se podía contemplar un extenso valle bordeado por un bosque de abetos. En las noches de tormenta, frio, lluvia y nieve, al señor le gustaba sentarse a leer y escuchar atentamente los sonidos de la naturaleza,  del viento al rozar los abetos del valle, de la lluvia al caer sobre la hierba y el trueno de la tormenta.

En el verano, con los días de buen tiempo,  le  encantaba caminar por el valle y  atravesar el sendero del bosque de abetos. A los habitantes no les gustaba el bosque, porque decían que en él ocurrían cosas muy raras y que un demonio maligno vivía entre los árboles.

Una tarde, el señor del castillo paseaba distraído y, sin darse cuenta de que el sol ya casi se ocultaba tras la montaña, se metió en el bosque de abetos y la oscuridad lo dominó todo. Enseguida notó una  presencia; era el mal en sí mismo en forma de demonio. El miedo se apoderó del señor. El demonio se tiró sobre él; sintió un dolor terrible en su cuello, pues le había clavado un gran cuchillo  y sangraba abundantemente.

El señor se convirtió en un demonio desesperado de sangre humana que deseaba cazar a sus  víctimas. Los habitantes, muchas noches, lo vieron pasear  por el valle y, a veces,  observaban desde sus casas luces extrañas en el castillo. Estaban dispuestos a acabar con él, con la maldición de su pueblo, con el demonio del castillo. Una noche lo persiguieron  hasta su castillo y derribaron  la puerta. Iban armados con grandes escopetas y provistos de grandes antorchas. Encontraron al siniestro demonio en el salón del castillo junto a la chimenea. Todos apuntaron con sus escopetas, estaban decididos a acabar con él.

El demonio, ante la mirada de horror de los  habitantes, se introdujo de un salto en un gran espejo que colgaba de la pared del salón. Los habitantes corrieron horrorizados y abandonaron el castillo como liebres. 

Al pasar los años, el espejo se convirtió en un cuadro lleno de telarañas, en el hogar y escondite perfecto de este demonio.

Pasaron doscientos años y, una noche  de gran tormenta, una familia llamada Novi que viajaba en coche, se perdió por unas oscuras carreteras cerca del Castillo  Tenebroso.

El  padre decidió pasar la noche en el castillo para refugiarse de la tormenta. Y entonces Albert, el hijo más pequeño, dio un grito de pavor al ver el cuadro  que colgaba en la desconchada pared del salón.   
           
Su padre esbozó una sonrisa y rió: ¡ Ja , ja ,ja! ¡SOLO ES UN CUADRO!
                                                                                
                                                                                                                 Sergio Vera de las Heras



Un extraño viaje

    Hace varios siglos, en este mismo lugar, justo debajo de nuestros pies, sucedió un hecho que se cuenta en la noche más terrorífica del año.

    Todo comenzó la víspera de Halloween.
    Claudia iba a celebrar esta fiesta en casa de una amiga, en Madrid.
Sus padres la llevarían, junto a otras tres amigas, a la estación de tren, y los padres de su amiga, las esperarían en la estación de su ciudad.

-Portaos muy bien en el tren- le dijo su madre, metiendo ropa de abrigo en la maleta de su hija.
-Sí, mamá, ya me lo has dicho treinta y siete veces- contestó Claudia.
Sabía que debía hacerle caso a todo lo que le dijera, pues si se portaba mal, la abuela las acompañaría en el viaje, y le hacía mucha ilusión demostrar a sus padres que eran capaz de hacer un viaje ellas solas.

-¿Vais a viajar la víspera de Halloween las cuatro solas? Tened cuidado, cuenta la leyenda…- le dijo su hermano mayor, con la intención de asustarla.
-Cuenta la leyenda, que hay un niño muy pesado- le contestó, lanzándole un cojín y cerrando su maleta.

    Su padre estaba terminando de meter el equipaje en el coche:
-Venga, hija, nos tenemos que ir ya, no creo que quieras perder el tren-.

    Claudia subió al coche.
    Sus hermanos/as y su madre se despidieron de ella desde la entrada:
-Feliz Halloween- le dijo su hermano con una mirada que a Claudia no le gustó nada.
    De repente, un escalofrío recorrió su cuerpo y le empezaron a sudar las manos.
-¿Estás bien, Claudia?-.
-Sí, son… los nervios del viaje- contestó, forzando un sonrisa.

    En la estación, la esperaban sus amigas. Ninguna de ellas parecía estar nerviosa, y mucho menos, asustada.

-Van ellas solas, por favor, ¿puede vigilarlas un poco?- le dijo el padre de Claudia al revisor del tren.
-Sí, usted no se preocupe, ya me encargo yo- le contestó.

    Las chicas se sentaron donde el señor les indicó:
-¡Qué emocionante!- exclamó Alicia.
-Y tanto…-.
-¿Qué te pasa, Claudia? No se te ve muy entusiasmada…- le dijo preocupada Martina.

    Claudia se pensó durante unos segundos si contarles a sus amigas lo que le ocurría. Al final, decidió hacerlo:
-La verdad es que sí que me sucede algo- comenzó a decir-el viaje me emocionaba muchísimo, pero no sé si hemos escogido la mejor fecha para hacerlo…-.
-¡Venga ya! ¿Tienes miedo?- preguntó divertida Alicia.

    Verónica le dio un codazo para hacer que se callara.

-Cuéntanos lo que pasa- pidió Martina.
-Hay una leyenda…-explicó Claudia.

    Después, respiró profundamente, y se dispuso a compartir con sus amigas su preocupación.
-Se cuenta que hace mucho tiempo, varias chicas, en estas fechas, se subieron a un tren, para ir a Alicante. Una de ellas se quedó dormida durante el viaje, y al despertar, se encontró sola en el tren. Recorrió todos los vagones en busca de sus acompañantes, pero no encontró nada. Cuando iba a rendirse, descubrió que aún le quedaba un vagón en el que no había entrado. Allí encontró a sus acompañantes pero no como se las esperaba…-.

    Martina abrazó a su amiga, a la vez que Verónica le acariciaba el hombro y Alicia le dedicaba frases positivas.

    Pasaron las horas, y las chicas permanecían cada una con los auriculares puestos, escuchando música o viendo algún video en la tablet.

    Claudia se quitó lo suyos para colocárselos mejor, cuando escuchó a una señora hablar por teléfono:
-Aún no hemos llegado, estamos en el tren número trece, sí sí- decía.
No le dio tiempo a escuchar más. La mente de Claudia se nubló.
El tren número trece. Unas chicas solas. La víspera de Halloween.
Todo coincidía.

    Alicia, Martina y Verónica apagaron los aparatos en cuanto presenciaron la palidez de su amiga.
-¿Qué sucede?-.
-¿Te duele la cabeza?-.
-¿Necesitas comer algo?-.
-¿Quieres que llamemos a alguien?-.

    Sus amigas la ahogaban en preguntas, pero ella era incapaz de decir nada.
Solo respiraba aceleradamente.
-El tren trece- consiguió decir.

    Claudia sentía como subía la temperatura. Estaba mareada. Aún seguía respirando más rápido de lo normal. De pronto, aun que intentó evitarlo, se desmayó sobre el asiento.

-¿Qué hacemos?-preguntó Alicia.
-Deberíamos avisar al revisor- sugirió Martina.
-Buena idea- dijo Verónica.

    El revisor hizo que pararan el tren, para poder llevarla a un médico.

    No pasaron más de tres horas hasta que que Claudia estuvo en el médico. Le habían asignado una habitación y los doctores habían recomendado que se quedara allí hasta que estuviera mejor.

-Esperad fuera, os avisaremos cuando se despierte- les dijo la enfermera.
El amable revisor había decidido acompañarlas.

-Sus padres tardarán tres horas y cuarto en llegar- las informó el hombre.
-Gracias por llamarlos, señor revisor- le agradeció Alicia.
-No hay por qué darlas, necesitáis ayuda-.


    Claudia abrió los ojos.
-¿Dónde estoy? ¿Dónde están mis amigas?- preguntó a la enfermera, sentándose asustada.
-Tranquila, tus amigas están bien, ahora lo importante es tu salud, quédate aquí, ahora vuelvo, voy a por tú medicina-.

    Claudia miró a su alrededor. Se levantó alarmada. Aún no se encontraba del todo bien, y no había comprendido a la perfección lo que la mujer le había dicho.

    Comenzó a correr por el hospital, en busca de sus amigas.
Abrió todas las puertas que iba encontrando.
-¿Dónde estáis?- preguntó, sin dejar de correr.

    Encontró una puerta con el número trece, y al abrirla…
-¡Ah!-gritó.

    En una mesa, las cabezas de Martina y Alicia reposaban sobre unas bandejas, y Verónica y Patricia (la amiga a la que iban a visitar) se las ofrecían. Parecían unas brujas.

Claudia intentó salir, pero la puerta estaba atascada.
Se enredó con una tela de araña y se cayó al suelo. Las brujas se aceraron. Cerró los ojos. Estaba muy asustada.

-Claudia-escuchó. Parecía la voz de Verónica.
Aunque estaba deseando salir de allí, algo la obligaba a no moverse.
-Claudia-se repitió.
Notó como alguien le ponía la mano encima.
Abrió los ojos y…


-¡Claudia! Ya hemos llegado, te quedaste dormida en cuanto entramos en el tren-.

                                                                                                               Natalia Jiménez



UNA NOCHE DE HALLOWEEN

Mi nombre es Jacob, soy un niño de once años que vive en una casa muy grande
y antigua a las afueras minumbool, un pequeño pueblo del norte de Golco-city. No
tengo muchos amigos, todo esto es debido a que piensan que mi casa es una
casa encantada…… hoy es 31 de Octubre, noche de HALLOWEEN (noche de los
muertos). Mis padres han decorado la casa para la ocasión con telarañas,
calaveras, calabazas, murciélagos………etc.

Me he disfrazado de Momia, ya es media noche y se van acercando niños y niñas
disfrazados a mi casa para el famoso “TRUCO O TRATO”.

A todos en el pueblo les ha encantado como está decorada mi casa, he conocido
a muchos niños del pueblo gracias a esta noche.

Hemos empezado a jugar cerca del cementerio y en un momento del juego
hemos sentido la presencia de un ser de otro mundo, hemos sentido mucho
miedo, pero es la noche de Halloween y todo es posible.

Desde este año celebraremos siempre la fiesta de la noche de los muertos en mi
casa con mis nuevos amigos.

                                                                                                       Mario Gil Campoy